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Killing: ¿una cinta agobiante?

Revisamos una de las películas del 39 Foro Internacional de la Cineteca Nacional
Killing: ¿una cinta agobiante?
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Killing es las historia de un joven samurai que es reclutado por otro solitario guerrero para ir a la batalla en Tokyo. El director Shinya Tsukamoto presenta la clásica historia en el Japón Feudal que narra la transformación interior y exterior de un guerrero. Si Killing pudiera definirse en una palabra, sería “intensa”, y es que los recursos utilizados en la cinta dotan cada escena de un poder que siempre está a punto de volverse contra ella.

Sí, la cinta de Tsukamoto es el ejemplo de lo que sucede cuando un buen recurso se vuelve predecible por su uso excesivo.


El sonido: la clave de Killing

¿Cómo se siente la película de Tsukamoto? Auditivamente Killing usa dos recursos: el más enfático es el uso del silencio en muchas escenas. La muerte de un personaje se recrudece cuando el llanto de una mujer rompe el silencio espectral, dándole un sentido más realista y menos hollywoodense. El entrenamiento, los sueños y en general la vida interior del protagonista es fuertemente reflejada gracias a esos espacios de mutismo.

El otro recurso auditivo es el énfasis en sonidos que normalmente quedarían en segundo plano. El choque del hierro, las gotas de agua. El resultado es una película casi igualmente kinestésica que visual, donde las sensaciones son invocadas por el poder del recurso auditivo.

Sin embargo, Killing usa tan constantemente el recurso auditivo que se vuelve peligroso, ya que las escenas de introspección pueden tornarse predecibles y agobiantes.


Killing y el problema del estilo

El otro problema de Killing es la duración. Una hora de un estilo exitoso: cámara temblorosa, muchos silencios, repetición de sonidos para agobiar al espectador y escenarios espectaculares, no es suficiente para lograr una buena película.

Cuando uno ve la cinta se queda con la sensación de que consumió una historia corta en un formato largo. El problema no es qué  recursos utilice, sino cómo lo hace. Películas como Juventud (2015) de Paolo Sorrentino, que utiliza silencios largos y la repetición de acciones para crear un ambiente específico, es la prueba de cómo se consigue una cinta grandiosa con recursos muy similares.

Sorrentino se vale de estos recursos para completar  una historia simple, pero con los suficientes movimientos e implicaciones de los protagonistas para convertirse en una sólida narrativa. Dicho de otro modo, el argumento le es suficiente al estilo y el estilo le va perfecto al argumento.

En el caso de Killing, el estilo pasa a ser el centro de la obra, como si el espectador literalmente “viera” un recurso en vez de una obra narrativa. En todo caso, la cinta podría funcionar mejor como cortometraje, por sus pocos personajes y sus pocas implicaciones; sin embargo, como largometraje le sobran al menos ocho escenas que no aportan sensitivamente y argumentativamente nada nuevo.


No todo es malo

A pesar del abuso en los recursos, es importante señalar los aciertos de la cinta. Las actuaciones de Sosuke Ikematsu y  Yū Aoi rompen con el agobio de los recursos. Resulta alentador ver a Sawamura pelear contra sí mismo mientras el mundo se le viene abajo y a Yu sintiéndose impotente para ayudarlo desde su posición de mujer.

En resumen, aunque Killing usa recursos que de momento parecen adecuados, el exceso la vuelve predecible. Eso sí, si tu objetivo es pasar un rato sumergido en sensaciones y disfrutando de grandes momentos visuales, esta cinta te gustará.


Cinéfilos, la cinta japonesa Killing del director Shinya Tsukamoto se presenta en el Foro 39 de la Cineteca Nacional hasta el 15 Julio, así como otras cintas independientes del resto del mundo que merecen ser difundidas.

¡Te invitamos a ver ésta y el resto de las cintas participantes!
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