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Crítica | Prey: ¿la mejor película de Depredador?

Prey es un gran experimento que logra su cometido de hacer conectar a una nueva audiencia con la esencia de Depredador bajo una idea universal: sobrevivir
Crítica | Prey: ¿la mejor película de Depredador?
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Prey es un gran experimento que logra su cometido de hacer conectar a una nueva audiencia con la esencia de Depredador bajo una idea universal: sobrevivir

¿Qué hace realmente grande a una película de acción y ciencia ficción? ¿Es una criatura que se vuelve icónica con el transcurrir del tiempo? ¿O la idea de que siempre hay algo más allá? En realidad, nada de esto sería relevante sin un factor simple pero importante: el ser humano.

Es nuestra relación con el futuro, con la naturaleza, e incluso con nuestras propias ideas lo que hace que una historia de alienígenas, se vuelva un retrato de la humanidad y el papel que juega tanto en nuestro planeta como fuera de este.

Hace 35 años, Depredador llegaba a cines con Arnold Schwarzenegger como Dutch, un soldado de los Estados Unidos que durante una misión de rescate terminaría en una batalla contra una criatura extraterrestre, cuya tecnología, fuerza sobrehumana y habilidad para desaparecer a voluntad superaban a cualquier enemigo jamás enfrentado por el ser humano.

Lo que en su momento fue una película aclamada por traer un giro distinto a las historias de acción hombre vs naturaleza, pronto se convirtió en una de las franquicias más reconocidas alrededor del mundo, a pesar de que con cada nueva película, la calidad de las mismas no era tan buena como su antecesora.

Ahora llega el turno de Prey —o Depredador: La Presa en español—, la cual funge como una precuela que, aunque existe dentro del mismo universo, vive desconectada de la saga principal. Pero, ¿vale la pena? 

Prey

Sobrevivir es la clave

Dirigida por Dan Trachtenberg (10 Cloverfield Lane), Prey nos sitúa en el Siglo 18 en medio de una comunidad comanche donde conocemos a Naru (Amber Midthunder), una joven cuya misión personal es probar a su tribu que es capaz de ser tan buena guerrera como su hermano. Sin embargo, el territorio es invadido por una criatura desconocida, la cual empieza a cazar y exterminar despiadadamente a los depredadores del lugar.

Desde antes de su estreno, Prey prometía ser una propuesta muy diferente a lo que se ha visto previamente en una historia de Depredador. En primera instancia, la cinta toma lo que originalmente se consideraría como una franquicia de hombres de acción contra monstruos, y la transforma en una verdadera historia de supervivencia.

Incluso, por momentos la construcción de Prey se siente mucho más cercana a algo como The Revenant y no tanto a las películas de Schwazeneger. Pues la forma en que explota sus escenarios, no sólo visualmente sino aprovechando para que este también juegue en contra de sus personajes, hace al Depredador tan sólo otra amenaza de un mundo que de por sí ya es cruel.

Y es que el hilo conductor no está necesariamente en sus personajes —aunque sí, son la vía por la cual transcurre la historia—, sino en la emoción que sus experiencias producen. Pues la necesidad de sobrevivir logra traducirse a la audiencia en urgencia y expectativa por saber cuál será el siguiente movimiento tanto de su heroína como de sus antagonistas.

Tal emoción permanece y no es exclusiva del Depredador, sino que se refleja en los encuentros de Naru con las otras bestias que van forjando su camino: las serpientes, osos, leones, e incluso, los conquistadores franceses que amenazan con tomar posesión de la región.

La sensación de miedo y desesperación se siembra con cada lucha, especialmente al ponernos en el lugar de una guerrera extremadamente vulnerable como lo es Naru, quien casi nunca sale victoriosa de sus batallas.

Es sencillo ponerse en sus zapatos y dimensionar el peligro que representa estar frente a cada una de las criaturas, además de que los instantes en los que la audiencia puede darse un respiro, son tremendamente breves antes de llevarlos a una experiencia más intensa que la anterior. 

Naru vs Depredador

Algo que Prey logra de forma excepcional, es que el público se preocupe por el destino de más de uno de sus personajes. Si bien apuesta por que Naru sobreviva a la batalla, gran parte de la tensión gira en torno a su acompañante canina: Sarii, quien actúa tanto como un apéndice de la protagonista como elemento de interés para la audiencia.

Aunque del lado de Naru, resulta refrescante contar con una heroína que no es todopoderosa desde el principio, y que de hecho, su viaje tampoco la va a llevar a convertirse en ello. Pues aunque desde el inicio se plantea que entre las virtudes de Naru no está la fuerza bruta, es interesante ver cómo se va construyendo una guerrera a partir de las cualidades que sí posee: audacia, inteligencia y perseverancia.

Naru tropieza constantemente al querer ser como los otros guerreros, e incluso comete varios errores que terminan desesperando a sus testigos, lo que construye sobre la sensación de peligro inminente y la urgencia por que todo salga bien.

No obstante, hay que admitir que algunos de sus encuentros y éxitos de escape se sienten más como una casualidad divina que algo qué atribuirle al personaje; lo que podría llegar a hacer su encuentro final con el Depredador algo no tan creíble, después de haberla visto fallar y por mera suerte escapar de amenazas de menor nivel.

De cualquier manera, Naru logra posicionarse como una heroína que sin duda se volverá icónica tanto para la saga de Depredador como para el cine de acción en general, apostando también por hacer que las debilidades del personaje sean consideradas una carta que puede jugar a su favor.

El Depredador está de regreso

Ya hablamos del lado humano y el instinto de supervivencia que permea a la historia, pero ¿qué termina por hacerla una cinta perfecta de Depredador?

La respuesta está en el poder que su monstruo principal reclama. Pues es el primer eslabón en la cadena de cazadores y la historia se toma su tiempo para dejarlo en claro. No lo expone como una criatura bruta que caza por mero deporte, —cosa que sí hace por ejemplo, con los invasores franceses— sino como una bestia inteligente y hábil, que también funciona a través de naturaleza pura, de instinto.

Es una amenaza despiadada, y conforme se revela más de su modus operandi, cada detalle lo hace más y más peligroso. Su travesía es sanguinaria, y la crueldad de cada acto demuestra la frialdad que lo separa por completo de los humanos.

Esta es la expresión más pura del personaje y sin duda, es algo que a los/as fans de la película original terminará por gustarles, además de la exquisita manera en que Trachtenberg y el equipo de stunts coreografiaron cada una de las peleas para hacerlas tan emocionantes como brutales. Y aunque Prey definitivamente vive por cuenta propia, los/as seguidores acérrimos de la franquicia disfrutarán con varios de los guiños a las primeras películas.

Prey

¿El final o el principio de todo?

Prey es un gran experimento que logra su cometido: reconectar tanto a la saga de Depredador como a la audiencia con su instinto más puro: sobrevivir.

Por último, le da nueva vida a una saga que se sentía por demás hueca. Está plagada de grandes actuaciones, momentos de acción y el horror que caracteriza al género. Respeta los orígenes de Depredador, pero no teme hacer evolucionar tanto al personaje como al core de la franquicia, entregando la que probablemente es una de las mejores películas de la saga.

Sin embargo, es una lástima que Prey no llegue a cines, pues el espectáculo que ofrece tanto en paisajes y fotografía, como peleas y otros aspectos visuales, es algo que estaba destinado a vivir en pantalla grande.

Aún así, Prey es un viaje único, disfrutable e intenso, que se posiciona como uno de los blockbusters más sólidos y atractivos del año y que no te puedes perder. 

Prey ya está disponible para Latinoamérica a través de la plataforma de Star+ ¡Suscríbete aquí y ve la aventura de Naru ahora mismo!
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