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Crítica| The Boys: Homelander y el retrato del ego Americano

The Boys: Homelander y el retrato del ego Americano
Crítica| The Boys: Homelander y el retrato del ego Americano
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Esta temporada, queda claro que Homelander es una exploración muy dura de la política actual en Estados Unidos

**ADVERTENCIA: Este artículo contiene spóilers importantes sobre las 3 temporadas de The Boys**

The Boys se ha posicionado rápidamente como una de las series más populares y queridas, tanto del público como de la crítica profesional, gracias a su mezcla de un muy ácido sentido del humor y una naturaleza mucho más oscura para diseccionar a fondo el subgénero de los superhéroes de una manera muy peculiar y sangrienta.

Uno de los factores que más han ayudado a destacar a la serie dentro del género es su manera de realizar paralelos no solo a los mundos de los personajes de Marvel y DC, sino también a la política de Estados Unidos. Y esta temporada en particular ha decidido realizar la mayoría de este comentario político por medio de un personaje en particular: Homelander (Antony Starr).

The Boys

La pesadilla Americana

Al ser Homelander la respuesta del universo de The Boys a un personaje como Superman, el símbolo de los “valores norteamericanos”, o lo cómo Estados Unidos se ve a sí mismo y se presenta al mundo. Pero en el caso del héroe creado por Garth Ennis, su figura tanto impresa como en la adaptación de Prime Video es en realidad un reflejo de cómo el resto del mundo ve a Estados Unidos.

Un gigante inestable con más poder del que jamás se le debería permitir a una sola entidad y sin ningún tipo de interés por asumir la responsabilidad de ser su portador. Con la capacidad y medios para ejercer su voluntad alrededor del mundo, sin importar cuán violentos sean sus métodos, pero con la constante necesidad ser amado y venerado como un salvador.

La inestabilidad mental y emocional de Homelander lo hace un excelente villano para The Boys, ya que lo hace sentir como una fuerza imparable, no de la naturaleza, sino 100% manufacturada por sus creadores y la gente que enaltece su ego por medio de la veneración o el miedo. Y recientemente, hemos visto a la serie realmente adentrarse en el ego fracturado e historia complicada de Estados Unidos/Homelander.

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Relaciones “complicadas”

En la segunda temporada, vemos a Homelander entablar una intensa relación con otra Stormfront (Aya Cash), conectando gracias a su deseo de regresar a los “buenos valores cristianos” de la América de antaño, rechazando la cultura progresista o “políticamente correcta”. Sin embargo, la temporada culmina con la revelación de que Stormfront era en realidad una Nazi intentando fomentar la supremacía blanca en la nación.

Ahora, en la tercera temporada, The Boys nos muestra a un Homelander en medio de una gira mediática tratando de solucionar la crisis de relaciones públicas en la que se encuentra tras estar asociado con la ideología de Stormfront, además de protagonizar sus propios escándalos. Pero rápidamente descubre que admitir públicamente que no está arrepentido, sino que se siente superior a aquellos que lo critican, le trae una gran popularidad.

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El empoderamiento equivocado

Homelander representa el peor tipo de empoderamiento, el cual se ha vuelto una peligrosa constante en Estados Unidos y está sentando un precedente aún más peligroso: el descaro es redituable.

El mismo personaje se sorprende cómo su más reciente quiebre emocional, que en realidad se siente como un berrinche, sale a la luz y resulta que es un éxito entre un grupo de personas específico, atrayendo leales seguidores y el interés de grandes compañías. En esta temporada, Homelander es incluso más popular y tiene más fuerza mediática que Vought.

Esto le crea la noción de que su voluntad es el poder absoluto, que él debería ser quien dictamine lo que es el “bien común” para todo el mundo, y que las trágicas consecuencias o las muertes que puede provocar son sólo daños colaterales que murieron en la búsqueda de su propio bienestar.

Esto nos muestra un reflejo directo al movimiento político actual presente en Estados Unidos desde que Donald Trump tomó la presidencia, en donde las movilizaciones de varios grupos asociados con la derecha conservadora buscan capitalizar el discurso de odio atrayendo seguidores en redes sociales y defendiéndolo bajo la idea de “proteger la libertad de expresión”.

La marcha de neo-nazis en Charlottesville, la insurrección al Capitolio en Washington, D.C., los discursos de odio y xenofóbicos que el mismo Trump dijo en su tiempo en la presidencia, todos han logrado ser vendidos y aceptados por grandes grupos en redes sociales, y que además denuncian que la gente con las ideas de “la agenda progresista” con enemigos que se deben derrotar de alguna manera.

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El poder absoluto no corrompe, solo amplifica

Se podría decir que los momentos más impactantes en esta temporada The Boys no han tenido nada que ver con el gore o imágenes explicitas que ya se han vuelto tan características de esta serie, sino las escenas cargadas de diálogo. Durante la conversación entre Butcher (Karl Urban) y Queen Maeve (Dominique McElligott), cuando están discutiendo los efectos del Compuesto V temporal que utilizan los personajes titulares para combatir a los supes, Butcher menciona que odia cada minuto que toma el suero no por los efectos ni la sensación que tiene por sí solo, sino porque todo lo que hace es amplificar todo lo que ya hay dentro de su usuario.

Esto lo vemos reflejado directamente en Homelander y sus habilidades. Y el episodio 6 nos presenta quizás la introspección más extensa que hemos visto sobre su psique cuando lo vemos tener una conversación entre él mismo y su reflejo. El ego fracturado al darse cuenta que quizás no todo mundo lo ame genuinamente, y el dictador frío y cruel que asegura que lo harán o si no, el temerle también es una opción aceptable.

Homelander es una reflexión no sobre de lo que Estados Unidos podría ser bajo un poder que lo corrompa por completo, sino de lo que Estados Unidos verdaderamente ha demostrado ser y a dónde se dirige su curso político. Y hacia dónde busca dirigir al resto del mundo también.

¿Qué opinan, Cinéfilas y Cinéfilos? ¿Les agrada este aspecto del comentario social y político de The Boys?
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